Cho-Ku-Rei

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Todos tenemos un interruptor interior que, en algunos casos, se conmuta sin saberlo y en otros, teniendo plena consciencia.

Este sábado, compartí un taller de Reiki, en Barcelona, conducido por Anna Anguera y siete humanos.

Una carrera de fondo, con una duración de casi diez horas, en un ambiente agradable y relajado. Teoría, práctica y algunos ejemplos para ejercitar la imposición de las manos y la postura corporal, fueron las herramientas que nos enseñó la terapeuta, para mostrarnos el camino a seguir, en caso de que nos apetezca introducir esta nueva terapia a nuestros servicios profesionales o personales.

Como casi todas las terapias, el Reiki, nos ayudará personalmente y servirá, también, para sanar a otros, a través de ese potencial que, según Anna, todos llevamos dentro.

Antes de seguir con el siguiente nivel, tenemos por delante veintiún días para limpiar la casa, la nuestra. Es decir nuestro cuerpo.

Aunque todo lo que nos explicó a lo largo del taller era muy interesante, lo que más me fascinó fue cuando nos comentó que los chakras se pueden equilibrar con las vibraciones sonoras que producen las notas musicales a las que representa.

Pidió a una persona para que se ofreciera voluntaria y así enseñarnos cómo afectan las notas en sus puntos respectivos. Antes de decirle que se estirara, valoró qué chakras tenía descontrolados, utilizando otra terapia.

A medida que Anna colocaba el reproductor del sonido correspondiente, cerca de los chakras involucrados, los demás observamos, cómo las zonas de su cuerpo registraban movimientos descontrolados, hasta que, a los pocos minutos, generaban un movimiento rítmico y pausado.

Y hasta aquí, mis impresiones sobre el taller de Primer nivel de Reiki.

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